Si
observamos la experiencia infantil, nos daremos cuenta de que los
niños/as en las edades más tempranas comienzan a distinguir las cosas
que les rodean porque las tocan, las cogen,
las palpan Yy se las llevan a la boca. Basándose fundamentalmente en
los sentidos de la vista y el tacto comienzan su conocimiento del mundo.
El lenguaje verbal vendrá luego, y con él, la significación de su entorno
físico.
El
hecho de dejar huella de sí mismo, de dar a un material su propio sello
individual, dominándolo y descubriéndolo, supone una enorme
satisfacción para los niños/as de cualquier
edad pero es determinante en la Educación Infantil, ya que descubren
las propiedades de los objetos y las materias, comprueban su
resistencia, perciben su textura, observan sus colores, descubren su
peso y observan como se cumplen las leyes de la gravedad.
Pero también, juegan y comprueban que tanto objetos como materias
pueden llegar a dominarse, pueden: colocarlos en lugares, esconderlos,
amasarlos, aplastarlos, transportarlos, en definitiva cambiar su aspecto
y ubicarlos en determinados lugares.Los dos aspectos que mejor definen la tridimensionalidad: la forma y su espacio
tienen una importancia relativa para los niño/as pequeños/as.
Por lo tanto, para ellos lo esencial no es la
forma sino la materia y tanto si se trata de arcilla, de
plastilina, o de cualquier otra pasta de modelar, durante los primeros
contactos con la materia, los niños disfrutaran estirando, aplanando,
hundiendo, golpeando.... es decir, descubriendo
y jugando con sus posibilidades y limitaciones.
Por
ello en el interés que mueve al niño a modelar, el primer lugar lo
ocupa la materia: su exploración, la acción para transformarla. Y esta
fuerte motivación es la que debemos
aprovechar para proporcionarles materiales con distintas texturas que permitan a la vez un enriquecimiento progresivo de la sensibilidad del tacto.
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